¿Cómo percibimos la belleza?
Nuestro nivel cultural y educativo determinarán nuestro acceso a la belleza, desde la belleza física o formal hasta la belleza más intangible o sutil.
Depende de cómo nos encontremos, depende de nuestra educación o nuestra cultura y de nuestra sensibilidad; nuestro gusto estético se va configurando poco a poco en nuestra vida, con nuestras lecturas, nuestras conversaciones, nuestros intereses cotidianos, etc.
Depende de cómo nos encontremos, depende de nuestra educación o nuestra cultura y de nuestra sensibilidad; nuestro gusto estético se va configurando poco a poco en nuestra vida, con nuestras lecturas, nuestras conversaciones, nuestros intereses cotidianos, etc.
El desarrollo de nuestro potencial humano, y nuestro desarrollo interior, necesariamente nos hará reconocer la belleza; primero, una belleza física o formal, que podemos percibir con nuestros cinco sentidos, y luego, una belleza intangible, una esencia, que es la que percibe el alma.
Percibimos la belleza exterior con nuestros ojos físicos, con nuestros sentidos, pero también podemos ir aprendiendo a mirar con los ojos del alma, para ir reconociendo también la belleza interior, que a veces no es tan evidente.
La belleza interior la encontramos en los pensamientos, en los sentimientos y en la conducta del ser humano. Hay belleza en un acto heroico, o en un acto de generosidad, hay belleza cuando se obra conforme a la virtud. Y esto también es un arte, el arte de vivir, porque requiere aprendizaje, práctica, dedicación…
La búsqueda de satisfacción es natural en el ser humano, pero de la misma forma que hay placeres para los sentidos, hay también placeres para el alma. Y ¿qué produce placer al alma? Todo aquello que le recuerda su origen celeste: lo bueno, lo justo y lo bello, que van unidos.
Y cuando la belleza es percibida con el alma, en su esencia, el ser humano puede expresarla de diferentes maneras: en el aspecto físico y visible, se expresa como elegancia. En la conducta se expresa como cortesía. En las emociones y sentimientos, se expresa como bondad de corazón. Y en las ideas, se expresa como sabiduría.
En la medida en que se despierta esa sensibilidad hacia la bello, se desarrolla un criterio estético propio. Y es cierto que la mayoría de las personas no lo tienen, sino que sencillamente se dejan llevar por la moda, o por lo que se lleva en un momento y lugar determinados. Esto se ve no solo en el vestir, sino también en el tipo de música que escuchamos, el lenguaje, la decoración, etc. Tener criterio propio es tener libertad de elección, y esto requiere conocimiento y despertar interior.
Cuando se descubre la esencia de la belleza, esa belleza interior, entonces es más fácil comprender la unión de la ética y la estética. Fue Kant quien dijo que la belleza es un símbolo moral. Pero ya desde la Antigüedad clásica ambos conceptos van unidos. Lo bello tiene que ser bueno, y además justo y verdadero. Y por lo tanto, la maldad iría unida a lo feo, aunque esto se puede matizar, puesto que en el mundo manifestado no hay nada absoluto, se puede hablar de grados, es decir, entre lo bello y lo feo hay muchos grados, de la misma forma que entre el blanco y el negro hay muchos grises.
No hay comentarios.